Sedentarismo y enfermedad
03.11.2013 09:14

Desde mediados del siglo XX la comunidad médico-científica ha avanzado en el estudio del impacto de la actividad física en nuestra salud. Desde un punto de vista evolutivo, nuestro cuerpo está adaptado para el movimiento, para los esfuerzos físicos, especialmente para desplazarnos grandes distancias.
Nuestro pasado nómada habla de caminatas de 12 kilómetros al día. Antes de la revolución industrial, las personas caminaban entre 4 y 5 kilómetros diarios. Sin contar con todo el esfuerzo físico que implicaba una serie de tareas laborales y domésticas. Hoy por hoy, probablemente no alcancemos siquiera a desplazarnos un kilómetro a pie por día y hemos dejado de realizar un sinfín de tareas que incluían el esfuerzo físico, todas ellas reemplazadas por el uso de equipos automáticos que las hacen por nosotros.
Sin lugar a dudas esta falta de movimiento, junto a cambios en los hábitos nutricionales, ha repercutido en nuestra salud. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que la inactividad física produce más de 2 millones de muertes al año. Por ello, existe la intención de solicitar a la OMS que el sedentarismo sea declarado una enfermedad.
El número de patologías que se asocian al sedentarismo como factor de riesgo crece año a año. Las más conocidas son las enfermedades cardiovasculares, en especial la enfermedad coronaria, que constituyen la principal causa de muerte en las sociedades desarrolladas. También patologías metabólicas como la diabetes tipo II y la obesidad o el síndrome metabólico en toda su complejidad están asociadas a la falta actividad física, así como algunos tipos específicos de cáncer. Y esta asociación no sólo se da como factor preventivo, también se ha demostrado el valor terapéutico del ejercicio físico en patología tan variada como la cardiovascular, respiratoria, metabólica, neurológica, salud mental, reumatológica.
La misma OMS ha estimado que para el 2020 las enfermedades no transmisibles serán causa del 70% de la morbilidad poblacional. Uno de cada 10 personas occidentales muere prematuramente de enfermedades relacionadas con la falta la actividad física, según esta misma entidad.
Si entendemos el concepto de salud, más allá de la ausencia de enfermedad, como el potencial bienestar físico, mental y social y de la capacidad de funcionamiento que podamos alcanzar en nuestro medio, caeremos en la cuenta que los beneficios de la actividad física, son muchísimo más amplios.
Si logramos comprender que el movimiento es parte inherente del ser humano o, de otra forma, que somos movimiento, podremos interiorizar de mucho mejor manera los beneficios sociales, psicológicos, espirituales, valóricos y económicos de ser físicamente activos.
Los consensos internacionales indican, utilizando cifras promedio que luego deberían ser individualizadas caso a caso, que para dejar de ser sedentario o, en otras palabras, para obtener los beneficios de la actividad física para la salud, se debe llevar una vida activa todos los días (esto que suena muy subjetivo, significa hacer tareas que impliquen algun esfuerzo físico como barrer, subir una escalera, estar de pie, hacer el jardín, pasear al perro, ir con los hijos a la plaza, etc. Es decir evitar usar nuestro tiempo libre frente al televisor).
Nuestro sistema laboral no permite grandes espacios, ni ganas, para hacer de la actividad física una grata actividad de esparcimiento. El diseño urbano de nuestra ciudad, sin el uso de suelo mixto que permitiría vivir como peatón, y su sistema de transporte no invita a desplazarse a pie, y nos hacemos esclavos del auto. Es aquí entonces donde los profesionales de la salud tienen una responsabilidad, primero en ayudar a generar un cambio cultural respecto a la necesidad de movernos, y segundo en otorgar espacios de asesoría, de educación a las personas. Si una persona no realiza actividad física, hay que incentivarlo para que lo haga.
Los médicos y especialistas deberían incluir en la receta el ejercicio físico tal y como se hace con los medicamentos. Y es que el ejercicio es un medicamento ideal: barato, pocos efectos secundarios, accesible y útil en casi todas las patologías.
Así que ya sabes: ¡¡¡MUEVETE!!!